Fuente: adelgazar (punto) net/n11122-epidemia-de-obesidad-evitable (punto) htm
Titulo original del tema:
La epidemia de obesidad, ¿un desastre inevitable?
Las previsiones de los expertos son tremendamente preocupantes: si no cambian mucho las cosas, en el año 2050 el 55% de la población será obesa (y un porcentaje en consonancia sufrirá sobrepeso). Por la inacción de las autoridades, que parecen contemplar la progresión de la epidemia con fatalismo medieval a pesar de saber que tendría unas consecuencias devastadoras sobre la salud de la población, cualquiera diría que es un azote inevitable. Pero no es así.
Por desgracia, no hablamos de un futuro lejano: en Estados Unidos, país que marca la tendencia de las sociedades desarrolladas e indica, por tanto, hacia dónde vamos, uno de cada tres adultos padece obesidad, con lo que el país cuenta con 99 millones de obesos. En 2030 (dentro de sólo 19 años), tendrá 165 millones. Muy pocos países se libran del problema, ya que incluso está presente en aquellos en los que una parte importante de la población sufre desnutrición extrema.
En los países ricos, la epidemia comenzó en los años 70 y comienzos de los 80. En las zonas de rentas medias y bajas empezó más tarde, pero se extendió, a cambio, con mayor rapidez. Las causas que alegan los expertos van desde el auge de la "comida basura" (más barata y apetecible que la sana) hasta aspectos ambientales o de comportamiento, pasando por el sedentarismo. Todo ello podría resumirse en un cambio de costumbres, producido en gran medida por el auge económico y los intereses de grandes grupos empresariales.
Las consecuencias sobre la salud de la población pueden ser (en realidad, están siendo ya) muy preocupantes, ya que una parte elevada de estos nuevos obesos sufrirán diabetes y/o enfermedades circulatorias, mientras que un porcentaje apreciable de los mismos padecerán diversos tipos de cáncer como consecuencia de su obesidad.
Para los expertos, la solución del problema está en que los gobiernos lo enfrenten con más decisión. Proponen medidas como la prohibición de la publicidad de refrescos y comida rápida (en especial la dirigida a los niños), impuestos elevados a estos productos o el fomento de la actividad física. Sin embargo, muchos particulares se preguntan si deben permanecer cruzados de brazos hasta que las autoridades se decidan a tomar cartas en el asunto. Y la respuesta, por supuesto, es no.
Cada uno de nosotros puede, y debe, actuar desde ya mismo; pero hay que hacerlo de una manera inteligente. La palabra clave es perseverancia. No se trata de lograr grandes reducciones de peso en poco tiempo, sino de cambiar ciertos hábitos para siempre. Por ejemplo, para el doctor Kevin Hall, del Instituto Nacional de Diabetes y de Enfermedades Digestivas (Estados Unidos), no es necesario hacer grandes esfuerzos ni dietas estrictas. Basta con reducir el consumo de 100 calorías diarias para perder peso de forma considerable y permanente. Y cita, como objetivo factible, el perder 11 kilos en tres años.
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